Buscando... ¿Tetris?

Volvió a sonreír tanteando entre sus dedos el poco dinero que tenía en el bolsillo - Paguemos a medias – dijo sabiendo que si ella venía a pedirle dinero no era por que justamente le sobrara y él no tenía suficiente como para pagar ambas raciones, una noche en el Arcade a base de bebidas y cigarrillos no había sido gratis.

Levantó su brazo pasándolo por los hombros de ella atrayéndola a su lado mientras observaba ambos lados de la calle antes de comenzar a caminar hacia el restaurante de Ramen, no parecía un lugar demasiado costoso, más bien humilde y familiar - ¿Y por que te ocultas de Benkei? Seguro estará feliz de ver cuanto ha crecido su hermanita – comentó bajando su mirada a su pecho, nuevamente.

- Mejor, no somos ricos después de todo -volvió a reír, divertida de las tonterías que podían decirse de buena mañana con apenas dinero en los bolsillos. Le había sobrado poco de su desayuno, si es que a un café se le podía considerar como tal...

Se acercó al cuerpo del varón cuando este le pasó la mano sobre los hombros he hizo un gracioso y exagerado gesto en el que parecía comparar sus alturas, enfurruñándose en silencio al ver que apenas le llegaba a los hombros, y eso llevando las plataformas.

- He ahí el problema. Ya sabes cómo es, si se entera de que soy rider intentaría entrenarme y paso de morir joven. Además no quiero que esté todo el rato encima de mí preocupándose por lo que pueda pasarme aunque... Es verdad que hace mucho que no nos vemos. Ni siquiera hablamos por teléfono... -algunas pausas se notaron entre sus frases, diciendo sus últimas palabras en bajo tono cual murmullo. Le daba verguenza reconocer que hechaba de menos estar con su única familia, pero era independiente, había vivido sola mucho tiempo y casi no sabría siquiera comportarse teniendo a alguien, a parte de la okupa rubia, viviendo bajo el mismo techo.

Notó lo que le afligía en la voz, era obvio que extrañaría a su hermana, después de todo, por más que las apariencias dijesen lo contrario, ellas se llevaban bien. Al llegar a la puerta del local, dió una última calada al cigarrillo para tomarlo con su mano libre y lanzarlo a una boca de tormenta al borde de la acera. Estiró su mano para abrir la puerta e ingresar con ella - La verdadera familia de un StormRider son sus amigos, y al parecer tienes unos buenos, o que te importan lo suficiente como para pagarles la cuenta del hospital. Si no quieres hablar con la pantera y no quieres que ella sepa que estás aquí no le diré... pero creo que ella estría feliz de verte - agregó buscando un lugar adecuado en el local, no le apetecía comer en la barra como siempre.

Entró tras él mirando el local de arriba abajo. Era simple, accesible para su actual capital económico y extrañamente acogedor. Quizá fuera el mero hecho de estar en Kyoto lo que hacía que la joven se mostrase más afable de como solía ser, aunque el rubio siempre la había conocido más o menos así.

- Ni te creas. El que se ha herido tiene suerte de que no le haya matado yo tras su caída -confesó dejando mostrar rabia en su voz. Si Natsuko no hubiera tenido una buena relación con él puede que lo hubiera dejado allí tirado, pues se lo merecía según ella pensaba.

- Sé que le alegrará verme pero... Bah, no hay peros que valgan la verdad -había pensado dar alguna excusa, quizá el hecho de que, como TTT, debía ser neutral ante todo lo concerniente a los riders, pero no era verdad. Le daba verguenza encontrarse con Benkei por la tonta y simple razón de que no sabía qué decirle, y eso se reflejaba en el voltear leve de su rostro acompañado de gestos como rascarse la mejilla con el índice o teñir sus mejillas en rosa pálido.

Había recorrido el lugar con la mirada pero no le agradó las únicas dos mesas a parte de la barra, pues una estaba justo en un rincón junto al baño y la otra frente a la ventana así que solo optó por la parte más alejada de la cocina en la barra. Cuando se giró hacia ella para decirle el lugar donde se sentarían la vio en aquella actitud sonrosada e inocente, frenético buscó en sus bolsillos sacado un celular el cual abrió y tomó como tres fotos seguidas - Kawaii… - murmuró el rubio en un tono infantil y alegre, casi restándole importancia a las palabras de la pelinegra.

No le importaba mucho donde sentarse, así que solo seguiría al rubio para ver el lugar que este escogía. Esperaba escucharle andar cuando le oyó girarse hacia ella, pero lo único que pudo llegar a sus oídos fue un click seguido de un flash y el típico sonido de cuando se guarda una foto en el móvil, antes de oír dos veces más el mismo procedimiento, momento en que alargó su mano hacia el celular y, por consiguiente, se acercó al ojiverde.

- ¡Dame eso! -gritó mientras intentaba coger el dichoso aparato, teniendo una clara expresión de infantil enojo y el rosado de sus mejillas algo más intenso por la verguenza de haber sido vista y fotografiada.

Enseguida levantó su brazo dejando el aparato fuera del alcance de la pelinegra, una risa despreocupada se dejó oír cuando, graciosamente, bajaba y subía el celular como quien mece una carnada sobre pirañas hambrientas.- Pero si saliste monisima, o deberías enojarte. Aunque enojada también te vez kawaii – manipulando el celular en el aire disparó una cuarta foto hacia abajo, tomándola a ella y parte del rubio, mejor dicho y graciosamente, uno de los mechones de la cabeza del rubio, aquellos que se separaban de su pulcro peinado a modo de cuernos hacia atrás.

En la barra, detrás de esta, el dueño del local los miraba con una sonrisa en la cara, quizás por que no esperaba tener clientes tan temprano o por la graciosa y tierna situación que se llevaba a cabo en lo que parecían dos hermanos peleando.

- ¡Yoshi! ¡Dámelo! ¡Y deja de decir eso! -exigió sin que el sonrojo saliera de sus pómulos mientras picaba como una cría en el juego del mayor. Estaba claro que, aunque él le acercase el celular, no lo iba a poder coger, pero seguía intentándolo a pesar de ello.

Era obvio que ignoraba las miradas que empezaban a posarse sobre ellos, pero como el rubio tardara mucho más en borrar las fotos, ella misma se encargaría de hacer que ese móvil dejase de existir como tal. Odiaba que la trataran como una niña, más aún cuando ella misma parecía comportarse como tal.

Cerró el celular mientras con su mano libre acarició la cabeza de ella - Deja de gritar, no le daré las fotos a nadie. Si me dejas quedarme con las fotos te pago el almuerzo y una ficha en el Arcade – negoció con una sonrisa aún manteniendo el celular en alto. No tenía el dinero pero era conocido allí y le fiarían por un día, hasta el momento siempre había pagado. Siempre de un lado u otro conseguía el dinero que necesitaba, incluso para el auto que tenía, ahora estacionado en el templo abandonado que era la base del tridente, teniéndolo siempre a punto.

- Grrr... Seguro que piensas enseñárselas a Benkei ¬¬ -refunfuñó apartando la mano de su cabeza antes de dejarse vencer. La oferta de no pagar era tentadora para ella, pero en cuanto se despistase le birlaría el teléfono para borrarlas antes de que pudiera enviarlas o hacer algo por el estilo.

- Que sepas que no pienso retarte al Tetris si es lo que quieres. La última vez no tuviste piedad ni con una niña de nueve años -le recordó sentándose en el taburete, pidiendo un ramen con carne. Si algo no había cambiado en ella era su gusto carnívoro y su buen apetito.

Se sentó junto a ella guardando el celular en el bolsillo del pantalón - No, no se las mostraré, te prometí no decirle que estabas aquí y mantendré mi promesa. – dijo sentándose a su lado, ella podría confiar en su palabra, pues como bien era conocido como líder del grupo, El Tridente, los samuráis de Kyoto, mantenía tanto honor como estos antiguos guerreros poniendo por frente sus palabras y nunca fallando a lo que prometía o decía.

Pidió un ramen de camarón y sonrió al escuchar el pedido de ella - Sigues tan opuesta a tu hermana como siempre~ - comentó con gracia, pues esta siendo vegetariana la menor era alarmantemente carnívora.

Tardo poco en que el sonriente hombre trajéese ambos bouls de ramen, humeantes de lo caliente pero con un delicioso aroma. Aquel ramen casero era el preferido del rubio, no solo por su sabor si no también por los accesibles precios.

Suspiró mientras se relajaba antes de sonreír, sabía bien que podía confiar en él, a pesar de que el solo hecho de que esas imágenes estuvieran en su poder era preocupante pues el ojiverde podía mirarlas cuando quisiera y reírse de ella, además de recordarla claro está.

- Me faltaba el pelo blanco para ser su opuesto al completo -dijo con cierta gracia al recordar que los ojos de su hermana eran rojos, mientras que los suyos azules... Lo único que parecían compartir a parte de sangre era el color del cabello y parte de la forma de este, con la excepción de los rulos que su hermana portaba al final de sus mechones y la menor largaría de dicho cabello.

El aroma de la comida llamó totalmente su atención haciendo que, muy en contra de su voluntad, su estómago rugiera y la anterior expresión de enfado y verguenza apareciera de nuevo en su rostro. ¿Que acaso no podía dejar de comportarse como una niña estando junto al rubio? Frases de ese estilo inundaban la mente de la joven en esos precisos instantes en que solo algunas risillas de fondo y, probablemente, la de Yoshitsune también, se dejaran oír.

Rió al escuchar su estomago y volviendo a alzar su mano apoyándola en la cabeza de la pelinegra despeinándola en un gesto cariñoso - Karu-chan… No cambiaste nada a excepción de lo físico… Te extrañaba. – tomó los palillos y separándolos los metió en el ramen moviéndolo levemente centrando su mirada en este - ¿Por qué te hiciste StormRider y seguidora del sendero del anillo? Tanto Benkei como yo pensabamos que seguirías el sendero sangriento… El TTT no parecía ser lo tuyo… - levantó los palillos sujetando algunos fideos entre ellos soplando para enfriar su comida. Estaba hambriento y sin cigarro, bebida o tetris que le distrajese su estomago le pedía alimento.

Gruñó de nuevo un poco más fuerte, aumentando la intensidad al notar como era despeinada, como le hacía de pequeña... Buenos recuerdos y momentos volvían a su mente poco antes de, al igual que Yoshitsune, empezar a comer con bastante calma, degustando el ramen servido.

- Ciertamente, pensé seguir el sendero sangriento, incluso el del sable de mi hermana, pero parece ser que tengo una habilidad que el Tool Toul To no quiere dejar escapar. A los diez años ya me habían hecho unirme... Además no me dedico enteramente al sendero del anillo, ni siquiera tengo rey al que afinar aún teniendo las habilidades necesarias. Ya me conoces, me gusta más ir por libre -respondió mirándole de reojo y apoyando su codo derecho en la barra, sosteniendo los palillos con la izquierda para poder mirar así mejor al rubio, sentado a su siniestra.

Al terminar de degustar el primer bocado subió su talón izquierdo a la silla abrazando con ese brazo su rodilla suspirando al alzar su mirada y voltearla a ella - Pues solo hay 8 reyes y uno de ellos tiene su propio afinador consigo… no es de extrañar que no te asignaran uno… aunque… - sonrió pero le era inimaginable. Él mismo estaba sin afinadora, pero no pensaba mencionarlo, por el momento su regalía funcionaba a la perfección y no podía imaginarse el proceso de afinación con ella, era la hermana menor de su compañera… se rió de lo que venía a su mente mientras volvía a tomar otro bocado.

Sabía bien que ese tema siempre saldría a flote cada vez que digera que era afinadora sin rey, pero el solo hecho de estar hablando con el ojiverde le hacía soltarse y no guardar silencio respecto a ello, aunque una gota apareció en su sien al ver al varón, dejando que su mente divagara también en la misma idea en la que se entretenía la ajena.

- Ni se te ocurra pensarlo. No tengo la menor intención de ser tu afinadora a menos que lo necesites urgentemente. Nos conocemos hace mucho, no tendría problema en afinarte alguna vez si tu tono se sale mucho, pero ni creas que será siempre, mucho menos gratis~ -aquel último comentario lo dijo haciendo un gesto con su mano librey mirándole con los ojos en forma del símbolo del Yen, obvio detalle de que su vena tacaña salía a flote.

- ¿Y que te hace pensar que no tengo afinadora? – dijo con ánimos de molestarla entre bocado y bocado apartando los camarones a un lado del bowl para comerlos luego, graciosamente los acomodaba con sus curvas de manera que fuese un juego de tetris dejandolos perfectamente alineados y sin espacios libres pegados en el bode interno del tazón. Lo suyo ya era obsesión.

- El simple hecho de que eres insoportable -dijo devolviéndole el intento de picarla de forma tajante aunque graciosa y divertida antes de ver su bol, y hacer que la gotita de su sien creciera.

- En serio, voy a tener que llevarte a desintoxicar... -vicio, obsesión... A saber cuál era la siguiente etapa en la que el rubio metía el tetris. Estaba de acuerdo en que era un juego simple que enganchaba, pero de ahí a estarse horas frente a una máquina y hacer tetris con todo lo que tuvieras cerca...

- ¿Tienes novio? - definitivamente esa pregunta, completa y toalmente fuera de lugar y tajante en la conversación cortando cualquier hilo que esta podría estar tomando le caería como un balde de agua helada sobre la pelinegra. Pese a ser amigos desde hace años hacía unos pocos menos que no se veían y sin mencionar que la última vez que la había visto tenía la tienra edad de 9 años, aquella pregunta era demasiado intima y quizás un tanto, por no decir muy, deshubicada. Estrategia perfecta para desviar el tema de su obsesión.

A punto estuvo de atragantarse con los fideos que tenía en la boca, aunque por suerte, un refresco pedido poco antes la salvó de la situación, pese a que tuvo que respirar ampliamente durante algunos segundos antes de criticar.

- ¡Menudas preguntitas! ¡Además no te importa! -respondió algo enfurruñada y nuevamente sonrojada. Era obvio que no se la esperaba, aunque quizás si hubiera dado un "sí" hubiera sido la excusa perfecta para no tener rey al que afinar, después de todo, la relación entre afinador y Rey debía ser completa si es que se volvía afinadora a "tiempo completo" para un solo Rey.

- O sea que no tienes. Debí suponerlo, con ese caractercito tuyo – continuó comiendo tranquilamente como si la conversación fuese la más natural del mundo, ni siquiera la miraba mientras comía y al “completar” una línea de camarones los empujó para que estos cayeran al caldo dejando solo dos pegados en el borde.

- Urusei ¬¬* -renegó a punto de golpearle, pero estaba comiendo y el darle un buen puñetazo solo haría que se manchara y, probablemente, el bol ajeno cayera haciendo que ella tuviera que pagarlo así que, tuvo que controlarse.

- A mí no me hace falta ni preguntar. Tu única novia es la máquina del tetris y tus amantes las latas de bebida -contraatacó miándole de soslayo con el ceño fruncido de forma leve y algo marcada.



[Urusei: Cállate]

Volvió a reír cerrando sus ojos y bajando la pierna alzada, acomodándose contra la mesada apoyando sus codos sobre la misma mirándole de reojo por encima de las gafas violetas, su mirada atrevida y astuta iba al son de su sonrisa ladeada omitiendo cualquier comentario pero a la vez diciendo todo lo que deseaba decir. Su cabeza descansó en su mano y sus palillos en la mano opuesta iban al bowl ajeno robando una pequeña porción de carne la cual llevó a sus labios introduciéndolo en su boca al tirar del con sus dientes ampliando su sonrisa, casi pervertidamente.

Su mirada se clavaba en la verde ajena, casi con furia, dejando de lado el pequeño enfado anterior para intensificar el primer sentimiento nombrado al ver su expresión. Algo tramaba, y sabía bien que era algo malo para ella, así era Yoshitsune... Por desgracia, estaba tan centrada en intentar averiguar qué se traía entre manos que solo se dió cuenta del "robo" cuando vió el trozo de carne entre los labios ajenos y, tras mirar a su bol y el trozo durante algunos segundos, caer en la cuenta de lo que había pasado.

- ¡Oe! ¡Esa es mi comida! -una neuva venita apareció en su frente y su entrecejo se frunció un poco más de como ya estaba, cabreada por el acto ajeno. Si algo no soportaba era que "jugasen" con su dinero o su comida.

Tomó uno de los camarones y lo dejó caer en el bowl ajeno - Listo, intercambio equitativo~ deja de quejarte, a ningún hombre le gustan las quejicas – `pese a sus palabras un tanto rudas fueron dichas en tono burlón volviendo a comer de su propio ramen terminando con los pocos fideos que quedaban dejando escaldo con algunas verduras y camarones flotando los cuales no tardó en intentar acomodar - ¿Y has tenido novio? –